GENERALIDAES DE LA PERICIA CALIGRÁFICA

Generalidades sobre la escritura

Al igual que las diversas manifestaciones externas de una persona (gestos, modo de andar, etc.), consecuencia de su psicomotricidad, son particulares de ese individuo y sólo de él, su escritura está compuesta por una serie de signos gráficos, tendencia y rasgos, producto de una costumbre escritural adquirida, que la diferencian de la escritura de cualquier otro individuo.

La escritura, cuyo aprendizaje comienza en la edad infantil, va sufriendo una serie de transformaciones debidas a la incorporación de gestos propios. Se modifican trazos, se simplifican o se adaptan, hasta llegar a producirse con soltura, obteniéndose como resultado la personalidad gráfica. En la letra de una persona que no haya practicado con asiduidad la escritura desde que dejó los estudios básicos, se apreciará mayor semejanza gráfica con los modelos caligráficos de su enseñanza, que en la escritura de personas de letra más evolucionada, consecuencia del hábito de escribir.

Siempre que se aprecie soltura en una escritura, podemos decir que su autor la ha personalizado, lo que significa que ha introducido gestos propios, quedando individualizada respecto a la de cualquier otra persona, de ahí que pueda reconocerla como propia.

Es admitido pues, que cada individuo tiene su escritura personalizada de tal modo, que resulta diferente a la de cualquier otro. Todo lo escrito por una persona, tendrá sus peculiaridades gráficas y, cuando trate de modificarlas, en algún momento surgirán los signos característicos de su letra, al tiempo que aparecerán señales gráficas del esfuerzo realizado para reprimir su automatismo escritural.

Generalidades sobre las firmas

La firma de cada persona es un gesto individualizado distinto al de cualquier otra, porque responde a una serie de movimientos realizados de forma automática provenientes de un hábito. Este gesto se hace sin que sea necesario un estado de atención para la construcción de cada uno de los trazos de que se componen.

Así pues, las firmas de cada persona deben guardar entre sí una serie de características similares, cuando no coincidentes, como son: forma, composición, proporción de trazos, posición determinada, etc. Ahora bien, existen otros factores que en mayor o menor grado influyen sobre la persona en el momento de la estampación de la firma: unos son de naturaleza endógena, como puede ser la edad, el estado físico y psíquico, etc., y otros de naturaleza exógena, tales como el útil, la postura, el soporte, la temperatura ambiental, etc.

En general, toda firma, salvo excepciones, presenta dos partes perfectamente definidas: la firma propiamente dicha, en la que figura el nombre y los dos apellidos o simplificaciones de estos, y la rúbrica, que es el trazo que la adorna o envuelve.

La persona que por razón de la profesión ha de firmar gran número de documentos, suele ejercitarlas en varias formas, desde la completa hasta otras muy abreviadas, atendiendo a la importancia del documento en sí, grado jerárquico al que se dirige, etc., reservando para los de trámite interno una forma muy reducida, que en general es conocida bajo la denominación de visé, pudiendo estar representada por sólo la rúbrica.

De la experiencia extraída de los análisis de firmas falsas (entendiendo como tales las imitadas o calcadas), hemos obtenido las características que les suelen afectar y que son:

a) Las firmas falsas tienden a reproducir fielmente las formas de algún modelo auténtico.

b) Suelen aparecer temblores, trazos indecisos, defectos de presión, interrupciones, enganches y cualquier otro signo de falta de seguridad en el trazado.

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